Hoy cierra la temporada local para Arecibo, nada más y nada menos que contra Quebradillas: el requete archienemigo de cientos de batallas en el Clásico del Norte. El Pirata que muchos escogen para ganar el campeonato frente al Capitán que otros devalúan y critican severamente; no obstante estar clasificado a Cuartos de Final. A fin de cuentas en la siguiente etapa, no importa versus quién, todos los equipos iniciarán en cero…
No hay mayor riña en el BSN que la de estas dos franquicias. Cuando se lanzan al tabloncillo afloran en las gradas los sentimientos más profundos y encontrados del alma. Es una lucha encarnizada y fratricida dentro del rectángulo; cordial, tolerable y pasajera fuera de éste. No hay palabras o frases que expresen la pasión que se genera cada vez que miden fuerzas. Es pandemonio o gloria consumada; éxtasis o infierno…
Piratas vs Capitanes no pueden cohabitar; es paradoja. El aceite y vinagre del básquetbol isleño, que por necesidad se complementan para darle sabor intenso a la pugna deportiva que ellos cocinan.
Y sí algún insulto se profiere, lejos de las maldicientes y palabras soeces que los cobardes despepitan por las redes sociales, es que a uno le endilguen el remoquete de CAPIRATA: un mortal sin bandera ni patria, que vende su corazón a dos territorios en guerra mediante un balón y un aro.
Posiblemente en Hatillo pulule el ‘capitarismo’, dada la colindancia con barrios y sectores de Arecibo, y por estar a unas ocho millas del Coliseo Raymond Dalmau. Sin embargo, en Camuy, línea divisoria del rojinegro Quebradillas, no se acomodan a esa idea de liar el amarillo con el colorao. El 90% y cuidado sí más son Piratas. Punto.
Los compueblanos tienen la potestad y bendición de escoger la insignia de su predilección; una ley inconcebible para un arecibeño o quebradillano. Los más recalcitrantes seguidores se encabritan con el chistecito ese de Capirata porque aquél que ama sus colores, no desea le confundan con ‘vecinos quisquillosos’ que a través del Internet se comportan como un matrimonio mal llevao. No hay fraternidad ni concomitancia que valga, por si acaso…
Desde que tengo uso de razón, Piratas y Capitanes no ligan, aunque en lo oculto del corazón cuando uno es eliminado, la lírica de Alberto Cortez emerge, pues “queda un vacío que no lo puede llenar la llegada de otro equipo”. Lo curioso, aun dentro del amor-odio se necesitan ante los registros de asistencias de cada choque.
Cuando Quebradillas quedó desprovisto de su identidad y patrimonio a principios del milenio y forzadamente recebaron, muchos Piratas saltaron al lujoso barco de Capitanes para aplaudir los momentos de gloria y fama de Arecibo, que en los años de 2005 y 2008, ya no era de la comarca sino del país. ¿Son Capiratas, entonces? ¡No, no, no!
En 2009, por conducto de Felo Rivera, vía Caguas Criollos, resurgió el fragor de los hinchas piratas y desde entonces (y antes también) las rencillas con Arecibo son batallas épicas, de buen baloncesto, con canchas atestadas de gente hasta la mínima pulgada y con la siempre expectativa de triunfo, aunque sea por un puntito, a fin de no pasar vergüenza y convertirse en parapeto de burla.
Quebradillas, que lidera el BSN junto a Bayamón con marca de 22-11, le ha ganado cuatro al hilo a Capitanes tras perder el primero de la serie particular. Los Piratas que dirige el arecibeño Pachy Cruz, todavía no han asegurado el primer lugar del Grupo A y están en ventaja de 2.0 juegos sobre San Germán, contra quienes cierran la temporada el viernes 16.
El colectivo Arecibo, por su parte, después de hoy viaja mañana a Santurce en Back2Back para acabar el jueves en Manatí. Los Cuartos de Final, de no acontecer un cambio deben comenzar el próximo domingo.
Desde el 2009 se han enfrentado en 95 ocasiones, incluyendo 34 partidos de post torneo. El balance es de 52-43 a favor de Capitanes. En Series Finales han intercambiado campeonatos. En 2011, con David Rosario a la cabeza, Arecibo ganó en cinco juegos, y en 2017, los Piratas anexaron el título en un decisivo y séptimo juego en su cancha, 98-90. Carlos González, ahora en Carolina, fue el coach victorioso.
Es la máxima rivalidad del deporte; a lo Naranjito vs Corozal en voleibol; Cidra-Comerío o Camuy-Utuado en la Doble A, o Boston-Yankees en MLB, Real Madrid-Barcelona en España. Cada partido teje una historia, nace una leyenda y emerge un héroe. Es algo parecido a Israel y los Palestinos por el control absoluto de la Franja de Gaza. La marcada diferencia es que el teatro de operaciones es un rectángulo de madera en aire acondicionado, soldados en calzones cortos y un tumulto de emociones sin balas ni heridos.
Sin dudas, será un gran partido, como todos. Con bulla, agite, desesperación, lágrimas, despecho, orgullo y miles de emociones. Y de seguro usted estará allí, en la Casa de Petaca, para presenciar el último en una contienda de sudor, faltas personales, gritos, pasión y desempeño al cien entre dos equipos de tradición que juegan para defender el orgullo y honor de un pueblo. De eso se trata…
Fotos CapitanesArecibo@sanderrust